jueves, 31 de mayo de 2007

La España de los reyes católicos

La formación de la España de los Reyes Católicos

A comienzos del siglo XIII, parte importante de los territorios que conformaban la futura España se hallaban en guerra contra los árabes, en lo que se ha denominado la reconquista. Los dos mayores reinos, Castilla-León y Aragón-Cataluña, encabezaban la ofensiva contra los musulmanes y, a lo largo de esta centuria, lograron reducirlos a una región situada alrededor de Granada. Aminorado el peligro árabe, los diferentes reinos ibéricos se debatieron en querellas limítrofes (especialmente entre Castilla y Aragón) y una serie de conflictos motivados por las sucesiones dinásticas.
Castillo de la Mota en Medina del Campo, ciudad donde murió Isabel la Católica en 1504.
En medio de una tensa rivalidad castellano-aragonesa, en 1469 se efectuó el matrimonio entre Fernando, heredero de la corona de Aragón, e Isabel, hermana del rey de Castilla Enrique IV. Esta unión no contó con el consentimiento del rey de Castilla, quien designó a su única hija Juana "la Beltraneja" como sucesora. Cuando falleció Enrique IV en 1474, la nobleza castellana apoyó, valiéndose de intrigas cortesanas, el nombramiento de Isabel como legítima heredera al trono. Se trataba de evitar que Juana llegara al poder, a raíz de su compromiso matrimonial con Alfonso V de Portugal. Los nobles no veían con buenos ojos dicho enlace y se declaró la guerra entre ambos reinos ibéricos. Triunfante Castilla, se firmó el tratado de Alcacovas-Toledo (1479) mediante el cual se puso fin al conflicto, se ratificó a Isabel como soberana de Castilla y se confinó a Juana en un convento en Coimbra. De esa manera, se consolidó la doble monarquía española y se inició el largo reinado de Isabel y Fernando, llamados los Reyes Católicos.
La ciudad de Granada, con su fortaleza de la Alhambra, era el más poderoso bastión moro en España.
El gran mérito de los Reyes Católicos consistió en la restauración de la legitimidad del poder real por sobre la nobleza, sentando las bases del poderoso Estado monárquico-territorial en que se convertiría España. Un primer paso era lograr la unidad territorial, en función de lo cual se reiniciaron las hostilidades contra los musulmanes asentados en la región de Granada. En enero del año 1492, se rindió el último reducto de los moros en la península ibérica, al caer la ciudad de Granada en manos de los españoles. Luego, con la colaboración directa del Papado y la temible Inquisición, los Reyes impusieron la unidad en torno a la fe católica, inaugurando un período de intolerancia religiosa cuya mejor expresión fue la expulsión de los judíos en el mismo año de 1492.
El rey y sus asesores.
En el frente interno, la principal tarea de los reyes fue la de acabar con los desórdenes. La creación de la Santa Hermandad -cuadrillas de vecinos encargadas de perseguir a los malhechores en el ámbito de su distrito-, resultó un medio eficaz para hacer sentir todo el peso de la justicia a quienes infringían las normas. Por otra parte, se reorganizaron los Concejos Municipales. En las ciudades y villas más importantes se nombraron corregidores, similares a los que se hicieran célebres en la América española colonial, y otros funcionarios como gobernadores y asistentes, quienes debían afianzar el orden público y terminar con la autonomía de los municipios. Para someter a las Cortes representativas de las ciudades que formaban parte de los reinos de Castilla y Aragón, los Reyes acudieron a tres mecanismos: 1) eliminación de sus adversarios políticos de las Cortes, 2) vigilancia permanente de las sesiones, y 3) disminución del número de reuniones. En tanto, las decisiones más relevantes fueron encomendadas a un reestructurado Consejo Real, donde participaban los reyes. Así, la nobleza feudal fue desplazada de la privilegiada posición que había ocupado antes en el seno del Estado.
Vista de Barcelona puerto de la expansión cataloaragonesa.
Finalmente, si bien el reinado de Fernando e Isabel terminó con la rivalidad entre Castilla y Aragón y trajo la paz a la península, no se unificó a España bajo una sola corona. Efectivamente, tal como señala el historiador español Joseph Pérez, "se ha dicho que los Reyes Católicos fundaron la unidad nacional en España. Es un error que conviene desterrar. Lo que se inicia en 1474, con la subida de Isabel al trono de Castilla, y en 1479, con el advenimiento de Fernando al trono de Aragón, es una mera unión personal. Las dos coronas siguen siendo independientes, a pesar de estar reunidas en la persona de sus respectivos soberanos. Las conquistas comunes pasan a integrar una u otra de las coronas; Granada, las Indias, Navarra, forman parte de la corona de Castilla; Nápoles, de la corona de Aragón. Buena prueba de aquella situación es lo que acontece después de la muerte de Isabel, en 1504. Don Fernando, entonces, no es más que rey de Aragón y solo circunstancias particulares... le permitieron seguir en la gobernación de Castilla como simple regente y no como rey. Hay que esperar el advenimiento de Carlos I, heredero de las coronas de Castilla y Aragón a la vez, para que los dos grupos de territorio queden bajo la autoridad de un soberano único, lo cual no implica ni mucho menos la unidad nacional".
http://www.puc.cl/sw_educ/historia/expansion/HTML/p2502.html

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