jueves, 31 de mayo de 2007

Expansión Europea

Caracterización general de la contracción europea

Entre los siglos XI y XIII, gran parte de Europa había experimentado un vertiginoso crecimiento, tanto demográfico como económico. Alrededor de 80 millones de habitantes, en ese momento el mayor número de población en la historia de este continente, no padecían mayores problemas de alimentación gracias a una eficiente agricultura que se había beneficiado con nuevos cultivos (cebada, centeno), innovaciones técnicas para trabajar la tierra (arado metálico, malla) y la sustitución del buey por el caballo que permitió agilizar la roturación de los campos.
La agricultura y la artesanía fueron elementos importantes para el desarrollo de la sociedad europea del siglo XIII.


A estas mejoras hay que agregar el creciente poderío económico de las ciudades italianas, que monopolizaron el comercio con Oriente y permitieron a los europeos acceder a mercancías como las especias (pimienta, clavo de olor, canela, etc.), cobre, oro y seda. Predominaba el optimismo y era previsible una expansión hacia lugares cuya existencia recién se estaba conociendo.

La Batalla de Azincourt, librada el 25 de octubre de 1415, durante la Guerra de los Cien Años, donde los franceses fueron derrotados por los ingleses de Enrique V.

Sin embargo, durante el siglo XIV, los jinetes del Apocalipsis parecían apoderarse de la vieja Europa. Malas cosechas privaron del pan de cada día a millones de personas; crueles enfermedades arrasaron con poblados y ciudades enteras; interminables guerras intestinas consumieron a generaciones de hombres jóvenes y al mundo campesino.
Era la contracción europea, que interrumpió las comunicaciones y los intercambios que se venían realizando desde hace varios siglos con regiones extraeuropeas, como el Oriente Medio, China o el norte de África. La contracción postergó toda posible aventura más allá de las fronteras del Viejo Mundo y sus efectos marcaron profundamente a la Europa de la expansión.

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