jueves, 31 de mayo de 2007

El esfuerzo Portugués

El Estado y el impulso a la expansión
Don Juan II de Castilla y doña Isabel de Portugal, padres de Isabel la Católica.
Gran parte del territorio portugués permaneció durante siglos bajo dominio árabe. Pero, a diferencia de la vecina España, la reconquista del suelo de Portugal concluyó tempranamente en el siglo XIII (año 1238). Desde entonces se sucedieron múltiples guerras por el poder entre distintos candidatos al trono, incluyendo a pretendientes del reino de Castilla. A fines del siglo XIV, después de la batalla de Aljubarrota (1385) en que fueron derrotados los pretendientes de Castilla, se impuso al frente de los destinos de Portugal la dinastía de la Casa de Avis con Juan I como rey. Éste consolidó la unidad política, tras doblegar la resistencia de la nobleza señorial y cimentó las bases del Estado monárquico-territorial portugués.
Puerto de Lisboa, centro de la expansión portuguesa en el siglo XV.
Este pequeño Estado obtenía sus mayores ingresos por vía de la pesca y la producción de sal. Para incrementarlos, el rey Juan I concluyó que había que potenciar la vocación marítima portuguesa y aprovechar las ventajas de su ubicación geográfica. Pero, mientras el comercio con Oriente y África estuviera en manos de italianos y árabes, pocas eran las posibilidades de mejorar la situación del Estado de Portugal que codiciaba esclavos, oro y malaqueta o falsa pimienta. Para lograr aquello el rey tuvo que apoyarse en la naciente burguesía local y sus capitales, que permitirían organizar diversas expediciones náuticas hacia el escasamente explorado continente africano.

Más allá del móvil netamente económico, la corona portuguesa también contaba entre sus propósitos el de neutralizar a los beréberes de Marruecos, quienes por su cercanía constituían un peligro latente para la estabilidad de este Estado ibérico. Los estrategas de Portugal planteaban atacar a los árabes por las espaldas, lo cual implicaba circunvalar África. Así, también había fundamentos geopolíticos para emprender la exploración africana. Esta tarea se llevaría a cabo bajo la conducción de la monarquía portuguesa, encabezada por la Casa de Avis, lo cual otorgó a todo el proceso expansivo lusitano un marcado sello estatal.
La isla de las Flores en las Azores fue un punto de abastecimiento en la exploración atlántica.
Un primer paso fue la explotación de los deshabitados archipiélagos de Madera y Azores, localizados y explorados desde la primera mitad del siglo XIV. Lentamente Portugal fue poblando e integrando estas islas hasta convertirlas en proveedoras de productos agrícolas (trigo, vid y caña de azúcar) y bases seguras para las expediciones hacia el continente africano que se iniciaron en las primeras décadas del siglo XV.
Naves portuguesas establecen un comercio marítimo con el lejano Oriente.
Para estas últimas empresas, la corona contrató a pilotos como Gonzalo Velho y Alfonso Beldaya, adiestró capitanes, atrajo a geógrafos y sabios, costeó los barcos y víveres y fue acumulando una importante experiencia que resultaría decisiva en las décadas siguientes. En esto sobresalió especialmente el príncipe Enrique, hijo del rey Juan I, quien fue apodado El Navegante a raíz de su inquietud de favorecer de manera resuelta los viajes de exploración.

No hay comentarios: